Poemario
Antónimo del poema XV
Paola Estrada Villafuerte
No te gusta mi callar
te gusta mi ausencia.
Me quieres de rodillas
declarándome madre del mundo
y costilla.
Rogando absolución
por haber servido de seducción al pecado.
Siempre debiéndote paga por mi existencia.
Tanto así
que he sido borrada de los libros de historia
y mi genocidio es efecto secundario de la conquista.
Me han robado el derecho a encontrarme
dentro de antologías.
Otorgándome sólo el gusto
de ser el segundo plano borroso
en una pintura manchada de gris
y el hormigueo de un miembro fantasma.
Me han tildado de bruja
siendo únicamente hierba curativa.
Echándome a la hoguera
si mi medicina no sirve como auxiliar de partera.
Perpetuamente siendo instrumento
para traer vida pero no para preservarla.
Soy incubadora móvil
sin derecho a apelar la dignificación arrebatada y concedida
al capricho de una vida que interrumpe la mía.
Ya me he intentado escurrir entre tus dedos
y encontrar la libertad que he vigilado
desde la ventana de mi existencia.
Pero sucede que cuando pretendo escapar,
escoges lanzarme al fuego
para salvar mi retrato.
Estoy desfallecida y mi energía no da para más.
Ha sido bebida por ti
cuando decidiste que mi capacidad
era un error de ortografía
borrando la «a»
de mi puesto de trabajo y título universitario.
Cuando te otorgaste la facultad
de tocarme sin necesitar mi consentimiento
y menos mi deseo.
Ya no puedo más.
Mi temple se nubla
y de pronto mi anhelo de justicia
termina siendo desgastado
como una palabra tercamente repetida.
Vomito rabia y fastidio
cuando despierto de la pesadilla
donde las arañas que recorren mi cuerpo
son en realidad las manos de mi padre.
Pero hoy me he levantado pateando y rasguñando
por un lugar que me corresponde.
He dejado una nota en la mesa
para no volver mañana.
Mi voz ronca y descosida
planea gritar una vez más.
Por los ojos desganados de mi madre,
por mi sexo humillado,
por las que desaparecieron hoy
y también las de mañana.
Por Lesvy, Arlet, Evelyn y Nancy.
Por mí.
Víctimas de tu imperio podrido
que caerá hoy
al terminar este poema.
Paola Estrada Villafuerte| Publicación 28 Mayo 2020 8:30 pm | México
Debate Inmoderado
Paulina Ortíz
Cuando me preguntan sobre el feminismo,
les comento la ocasión
en la que abusaron de una menor
por sus bragas.
Les comento que
la discriminación va más allá
de lo que se tiene entre las piernas,
o la ideología
o el sentir.
Les comento cuando las mujeres
tuvieron que marchar por tomar
decisiones en sus propios cuerpos.
Les cuento que, rayos,
es difícil mencionar el feminismo
sin recibir un comentario irónicamente
igualitario.
Comentarios horrendos en palabra de personas ajenas
queriendo tumbarme.
Cariño, soy un movimiento,
¿estás listo para perder tus ideas?
Cuando me debaten, les susurro
que me gustaría usar lo que me gusta
sin el miedo de mi mamá a que algo me pase.
Les digo con una sonrisa que todas las noches
rezo por mis amigas, mis enemigas
la gente que amo,
para que no amanezcan en una zanja.
Para que no sean un número más.
Les canto que soy una maldita
por pelear,
una asesina
por opinar,
una “feminazi”
por levantar mi bandera
y gritar.
Gritar por todas aquellas
que ya no pueden.
Grito porque hoy, en México,
siete mujeres morirán.
Hago ruido por aquellas
que son vendidas, abusadas,
asesinadas, quemadas,
por decir que no.
Que no.
No a un grito. No a una caricia.
Grito, simplemente,
por todas aquellas bocas preciosas
silenciadas para siempre.
Paulina Ortíz Pereyra| Publicación 02 Junio 2020 10:00 am | México
Promisión divina
Dana Moreno
Kaia Lujano
Hermana, te digo:
yo no quiero ir al cielo de Dios,
a donde menores y callados al costado
se sientan Jesucristo y su madre.
Yo quiero ir al cielo de las Marías,
de la materna protección de Coatlicue y sus hijas.
Anhelo ver a Juana y a las brujas condenadas,
bailando mientras levantan sus capas de laureles.
Y a Alfonsina,
con una mano en el libro y otra en el café,
guiando a mi abuela;
no más leyendole,
pero dejándola ser aprendiz.
Deseo la noche
en que parta de lo terrenal
y me deshaga de las ropas
y de la vergüenza.
Al lugar donde todo es dualidad,
donde Hedy es Hedy,
no la fogosa,
ni la erudita reprimida,
pero el alma y la mente.
Allá, donde Betsabé no vive condenada
por la lujuria ajena
y Salomé danza alrededor de Gaia,
quien conmovida canta su melodía natural.
Al paraíso donde Medusa vive bella,
dejando sus rizos ventear
tan ofensivos y seductores como es su voluntad.
A Julia, gracias, porque me recibirá en las puertas,
orgullosa por encaminarme a esa divinidad eterna.
Porque hermana,
mi razón quiere morir
para renacer de Lilith
y brotar ya siendo la fuerza,
la mujer,
el puño,
el grito.
Y que emerjamos sororas, del cielo que tanto tenemos merecido.
Dana Dessire Moreno| Publicación 04 Junio 2020 9:35 pm | México
Bestias
Itzel Marroquín
Bestias sin rostro,
de garras largas, de lenguas sueltas,
de manos largas, de bocas gruesas.
Pasean de día y de noche sin rendirle cuentas a nadie.
Monstruos que caminan jorobados,
con malformaciones por todos lados.
Cuidado que te vigilan.
Demonios del mundo,
demonios en las tinieblas, aguardando para llevar tu alma.
Cuidado que van detrás de ti.
Chis, chis... Te están hablando, voltea, ¡qué voltees te digo!
Mira... Mira sus sonrisas tan pervertidas, qué asco, qué asco.
Te dije que no usaras falda.
Como lobos buscando presas, de día y de noche.
Te dije que no llevaras escote en la espalda.
Como zopilotes, revoloteando un cuerpo que ya ven muerto.
Te dije que no portaras joyas de esmeralda.
“Bonitaaa”, balea uno. “Preciosaaa”, el otro...
Qué guapa, qué bella... No paran.
“¿A dónde tan solita?”, se acerca uno, te mira y te observa
de pies a cabeza.
Pies, piernas, qué suculentas.
Caderas, cintura, qué tortura.
Te ha atrapado, forcejea, ¡grita!
Ya ha tocado tus pechos,
te tiene por el cuello.
Ha visto tus ojos, tan llenos de repudio y miedo,
que ha decidido mirar a tu boca.
Tu boca, ahora pálida, color azul.
Acaricia tu descolorida piel cual demente
y te esconde en una calle sin salida.
Eres encontrada al día siguiente
y solo dicen: “¿Ya viste cómo iba vestida?”
Ahora formas parte de las mil y una estrellas que ascienden al cielo
a manos de monstruos sin corazón.
Tranquila, sé que me cuidan y yo,
yo les doy voz.
Itzel Marroquín| Publicación 08 Junio 2020 5:30 pm | México